Los secretos de un ‘perrito caliente’ perfecto

Una salchicha y un panecillo. Aunque parece un plato muy sencillo, los perritos calientes también tienen sus trucos. Descubrimos los secretos de un bocado poco habitual, pero extremadamente resultón

Parece increíble, pero es la triste realidad. Un carricoche de dos metros cuadrados (un foodtruck, perdón) plantado en cualquier esquina es capaz de ofrecer un ‘hotdog’ de categoría y en casa somos, con la vitro de inducción y menaje propio de alta cocina, somos incapaces de sacar a la mesa un perrito caliente medianamente digno. Salvamos la cara porque los peques aún no han viajado y desconocen como debería saber este emblema de la comida callejera (street food, perdón de nuevo), pero de vuelta a la cocina, acabada la cena, en ese momento de soledad que todo cocinillas aficionado ha sentido, nos supera la vergüenza y la desazón por un servicio mediocre. Esto se tiene y se va a acabar. ¿No te salen los perritos? Prueba a hacerlos bien. Mañana por la mañana nos vemos, que diría Chicote.

Y es que muchos, por no decir todos, cometemos un primer error de concepto. Por costumbre, porque es la manera en la que hemos cocinado siempre nuestras salchichas de carnicería, tendemos a freír la materia prima del perrito. Hay salchichas que están pensadas para la sartén, sí, pero no son las del hotdog primigenio. Recuerda hacerlo con salchichas como las TULIP que tenemos en nuestro catálogo. https://garpa-alimentacion.com/producto/salchichas-p-calientes-l-125-grs-tulip/

Con las frankfurts o las vienesas , ambas adecuadas para un perrito en condiciones, la plancha solo logrará que su piel se curta, no crujirá salvo que las calcines, y perderán la gracia que tienen las salchichas frescas. Nada de brasas, ni grill, por tanto. La alternativa más sencilla parece ser la de cocerlas . Claro, que hay otro problema en esta opción. Si el agua alcanza demasiada temperatura, -y sabemos que nos falta paciencia y un termómetro de cocina para mantenerla estable a unos 88 grados, que sería lo suyo- la piel se romperá. Quedarán feas, perderán sabor y volveremos a quedarnos en la cuneta, tan cerca de lograr el éxito.

¿Entonces? La respuesta es el vapor . Si James Watt revolucionó la industria con un poco de humo bien dirigido, imagínate lo que puede hacer por tus recetas. Realmente a las salchichas, si son buenas (y esto es condición imprescindible para optar al triunfo) solo les hace falta calentarse. El embutido de origen industrial ya llega cocinado a casa. Y en esa circunstancia, el vapor es el método menos agresivo con la piel -que bien hidratada quedará suave y sabrosa- y el relleno mantendrá todo su sabor. Por si alguien te pregunta, el método que describimos no es más que la forma habitual en la que se preparan los perritos calientes en Chicago. Como en todo, Manhattan lleva la fama pero es la Second City la que carda la lana. Por cierto, es muy habitual que las salchichas americanas sean de vacuno y no de cerdo. Ahí también el secreto de que les queden tan jugosas.

Fuente: https://www.elcorreo.com/