De pollo, de verduritas o de pescado. Los calditos preparados nos sacan de un apuro de vez en cuando y además están riquísimos. Aprendamos un poco más sobre ellos.
Somos conscientes de que si te traemos a la memoria tu abuela durante horas en la cocina preparando un exquisito caldo de pollo no habrá comparación posible. Obvio. Los calditos caseros son una maravilla y si encima llevan ese chup chup chup a fuego lento y el cariño de una abuela no tienen rival. Pero los tiempos cambian y el reloj no para. De aquí para allá. Que si niños en la guardería o trabajo de tarde en la oficina. ¡Qué estresante! Por eso hay veces que un caldo ya preparado es una gran opción. Reconfortante, rápido y sano.
Tipos de caldos preparados
Cuando vayas al mercado encontrarás una gran variedad de preparados de caldos. Esto nos indica que tienen demanda, pues son rápidos de hacer y encima están buenos y son nutritivos. ¿Qué tipos existen?
- Tetrabriks. Son los más rápidos. Antes se ceñían a un solo sabor, el pollo, pero ahora es habitual encontrarlos de multitud de variedades. Como marisco, pescado, verduras e incluso cocido. Basta con abrir, calentar y tomar.
- Deshidratados. Son los calditos en polvo que se añaden a un recipiente con agua hirviendo para hidratarlos durante unos minutos. En cuanto el agua coge sabor está listo para tomar. También los hay de muchos sabores, como cremas de champiñones o sopitas de fideos.
- Pastilla. Parecidas a los caldos deshidratados. Son esas pastillas compactas con sabor a carne o pescado por norma general. Se pueden usar para hacer calditos, pero también para darle sabor a muchas recetas.
La elección de un buen caldo
Cuando vayas a elegir el caldito que te vas a llevar a casa mira bien los ingredientes. Comprueba los niveles de grasas y de sal. Si lleva aceite, mejor de aceite de oliva. Si puedes evita los conservantes y demás aditivos en caldos de tetrabrik, pues ya están pasteurizados.
Personalizando nuestro caldo preparado
Haber comprado caldo preparado en el mercado puede ser el gran primer paso de una gustosa receta. Quizá no tenemos tiempo para hacer el caldo desde cero, pero sí para personalizarlo a nuestro gusto. Vamos con algunos consejitos para hacer esos preparados un pelín más caseros.
- Sopita de verduras. Es la mejor forma de aprovechar los recursos que tenemos en casa. Esas sobritas de verduras para hacer una rica sopa juliana. Coge una zanahoria y córtala en tiras finas, corta también picadito medio puerro y rehoga en una sartén un minutito. Incorpora estos ingredientes a tu caldo de verduras preparado y deja que todo hierva unos minutos. Punto de sal y listo para comer. Rico, ¿no? Y te vale prácticamente cualquier hortaliza o verdura que tengas por la nevera.
- Crema de setas. Mejorar una crema de setas envasada es facilísimo. Solo hay que sofreír en una sartén un diente de ajo picado con unos champiñones. Cuando estén doraditos incorpora la crema de setas y pon al punto de sal antes de comer. Con un poco de quesito rallado por encima antes de servir es una delicia.
- Salsas. También se pueden aprovechar los caldos envasados para hacer salsas algo más complejas, como la salsa verde. Pon en una sartén un ajito y sofríelo para después añadir una cucharada de harina de trigo. A continuación pon caldo de pescado envasado. Cuando veas que está espesito, añade sal al gusto y un ramillete de hojas de perejil picaditas muy finas. Ya estará lista tu salsa verde para acompañar una buena merluza, por ejemplo.
A quien no quiere caldo, tres tazas y la última rebosando. Pues nosotros nos vamos a tomar esas tres tacitas bien llenas, que sientan de maravilla. ¡Qué poco cuesta comer bien!
Fuente: laplazadedia.es