La aproximación a la alimentación ha cambiado desde diferentes ángulos en los últimos tiempos y estos cambios se han agudizado durante el tiempo en que hemos estado confinados.
En primer lugar, ha cambiado la forma en que compramos. ¿Hay algo que hoy no se pueda comprar online? Cuesta imaginar qué. El sector de la alimentación era, hasta hace poco, reticente pero el Covid también ha cambiado esto y parece que para siempre. Lo que ha hecho esta crisis es anticiparnos el futuro, se ha acelerado la transición a la sociedad digital y las empresas que no sepan verlo y adaptarse se quedarán fuera de las nuevas reglas de juego. Clientes y marcas de alimentación han descubierto el potencial de la venta online. Este canal no desplazará el físico, pero las empresas de distribución tendrán que adecuar sus modelos de negocio para un escenario donde el físico y el virtual tendrán que convivir y reforzarse, más que competir.
Este crecimiento del on-line ha sido compatible con el crecimiento de ventas en las tiendas de barrio que han ganado clientes durante el confinamiento: los consumidores hemos vuelto a la frutería, la pescadería y la carnicería de al lado. El Barómetro especial de mayo del CIS confirma que el 18,8% de los españoles ha comprado en el comercio de proximidad durante la cuarentena: antes del estado de alarma tan solo lo hacía un 12,3%. El establecimiento preferido para llenar la nevera sigue siendo el supermercado en el 67,4% de los casos, pero ha perdido cuatro décimas frente al comercio de proximidad. El gran perdedor ha sido el hipermercado, que ha pasado de ser utilizado por el 15,8% de los españoles a solo un 10,1%. Este cambio es posible que se acrecenté y se consolide en un escenario de movimientos restringidos durante meses o quizás años. Lo cercano, lo que tiene nuestros valores y es conocido sale reforzado.
En segundo lugar, la forma en que preparamos y consumimos los alimentos. Este largo periodo de confinamiento ha permitido contar con tiempo para cocinar en casa, las personas se han atrevido y muchas han descubierto el placer de hacerlo. Detrás del Covid, las búsquedas de recetas en la web ha sido lo más visto y, entre ellas, las consideradas como más saludables. Volveremos a consumir en los restaurantes, pero en unas pocas semanas hemos recuperado un hábito que se había perdido en las últimas generaciones y algo de eso quedará. La conveniencia, adecuación a necesidades de las personas en formatos, packaging, limpieza, un concepto global que aglutina muchos factores, pero que en su conjunto nos facilitan “la vida”, será un concepto ganador.
El binomio alimentación-salud irán cada vez más unidos.
Cuidaremos más de nuestras defensas, demandando productos de alimentación que refuercen el sistema inmunitario (ricos en vitamina D, fibra, grasas saludables y en la proporción adecuada..), los que actúen frente al cansancio o cuiden de nuestra salud digestiva. Buscamos estar en mejor condición física para poder enfrentarnos a problemas de salud. Además de salud física no debemos olvidar el bienestar mental. Ciertos productos alimenticios y sus componentes pueden ayudarnos a sobrellevar esta situación y la que viene, mejorando nuestro estado de ánimo.
La seguridad a todos los niveles: uno de los primeros criterios de compra
Se valora el producto local o producido localmente, sostenible y saludable como gran tendencia en crecimiento. También se ha puesto de manifiesto todavía más la seguridad alimentaria a pesar de que los alimentos no han estado involucrados en esta pandemia. Se valora una higiene escrupulosa: no solamente de nuestras manos, nuestro hogar o de los productos alimenticios sino también de los espacios comunes de encuentro, como son las tiendas, supermercados o restaurantes. En este sentido, el plástico se ha demostrado, que más allá del inadecuado uso que se pueda hacer, es un material barrera insustituible a corto plazo y sale fuertemente reforzado su uso.
En Europa contamos con una de las cadenas de alimentación más seguras del mundo. Las políticas de seguridad alimentaria desarrolladas durante décadas nos han permitido contar con sistemas de autocontrol en las empresas e instituciones que monitorizan constantemente el mercado para minimizar los riesgos. Sin embargo, a veces hay fallos en el sistema, oportunistas que están dispuestos hacer negocio saltándose las reglas y no se puede conseguir el riesgo cero. Ya existía una preocupación generalizada por los consumidores por la seguridad alimentaria y aquellas marcas que ofrecen una mayor garantía son respetadas y demandadas. La pandemia ha aumentado y consolidará la exigencia de medidas de seguridad a todos los niveles, será sin ninguna duda uno de los primeros criterios de compra.
Fuente: azti.es